miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capitulo 3 y 4.

3. EL CULTO A LAS IMÁGENES



1.      Canto inicial:           
Juntos cantando la alegría
de vernos unidos en la fe y el amor.
Juntos sintiendo en nuestras vidas
la alegre presencia del Señor.

2.    Oración inicial:   Del Salmo 8: Majestad del Señor y grandeza del ser humano

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!


3.      Introducción:

Los protestantes atacan a los católicos diciendo que somos idólatras, que adoramos a las imágenes, siendo que Dios prohibió hacer imágenes y darles culto. En efecto, en la Biblia hay muchas partes en que Dios ordena a los israelitas no hacer imágenes de dioses, pues el Señor es único y no hay más dioses que El. En las culturas vecinas a Israel, era muy común que los pueblos tuvieran ídolos, como si fueran verdaderos dioses, y eso era lo que el Señor quería impedir. Pero, en realidad ¿los católicos somos idólatras? ¿Dios prohíbe en verdad hacer imágenes y darles culto? Veamos estos puntos con detalle en la misma Biblia.

Nota: Como este tema es muy largo, se puede organizar en dos sesiones distintas.

4.      Lectura bíblica: Mc 12,28-34
            Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio.

5.      Exposición:

a)      En Ex 20,3-5 aparece la prohibición de hacer imágenes y darles culto; pero hay que entenderla en el contexto histórico y bíblico. La gente era muy dada a hacerse dioses a su gusto, a su medida, incluso según sus pasiones; un ejemplo es cuando Moisés no aparecía porque estaba hablando con Dios en el Sinaí, la gente exigió a Aarón que le hiciera el becerro de oro, como si fuera su dios: Ex 32,1-35.
b)      Dios mismo nos hizo a su imagen y semejanza: Gén 1,26-27. Si Dios nos hizo ser su imagen, debemos respetarlo en los demás, que son imágenes vivas de Dios. Todos somos imágenes de Dios; por ello, El nos invita a que seamos santos, como El es santo: Lv 11,44-45; 19,2; 20,26; 1 Cor 1,2; Ef 1,4; Filip 4,21; 1 Pedr 1,15-16
c)      San Pablo llama “santos” a los fieles creyentes: Rom 1,7; 1 Cor 16,1
d)     Dios mismo ordenó a Moisés hacer imágenes de querubines (Ex 25,18-20) y hasta de una serpiente (Núm 21,4-9). ¿Cómo entender que en Ex 20 prohíbe hacer imágenes y en Ex 25 y Núm 21 ordena hacerlas? ¿Dios se contradice a sí mismo? No; Dios no puede contradecirse. ¿Cómo se explica entonces esta aparente contradicción en Dios?
e)      Lo que Dios prohíbe es que consideremos dioses a las imágenes, que las adoremos como si fueran dioses. Eso sí está prohibido, pues entonces serían ídolos, falsos dioses. La razón que Dios da para prohibir las imágenes y que se les dé culto, es que El es el único Dios y no hay más. Y Dios prohíbe adorar a los ídolos, como consta en toda la Biblia; por ejemplo, en el Salmo 115 (113 B),3-9.
f)       El templo que construyó Salomón por orden de Dios, tenía grabadas varias figuras, como querubines, palmeras, calabazas, capullos abiertos, leones, bueyes: 1 Rey 6,18.23-29; 7,29.36. Esas figuras no son dioses, no son ídolos.
g)      Los católicos no veneramos nuestras imágenes como si fueran dioses; si las consideráramos dioses,  entonces sí seríamos idólatras. No son dioses, sino sólo representaciones, recuerdos, símbolos de Dios, de la Virgen y de los Santos, que las respetamos y veneramos para que nos ayuden a acercarnos más a Dios. Las imágenes no nos salvan, sino que nuestro único Salvador es Jesucristo, pero él quiso tomar un rostro, una imagen física concreta, para acercarse a nosotros. La imagen de Jesús Crucificado no es un ídolo, sino como un recuerdo que nos ayuda a estar cerca de El. Las imágenes son como una fotografía, como un dibujo, pero no son dioses; por tanto, no son ídolos y no somos idólatras.
h)      Los no católicos argumentan que sólo Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres, y que por tanto los santos no lo son; entonces, dicen que no debemos tomarlos en cuenta, ni invocarlos, ni rezarles, sino que únicamente hemos de hablar y relacionarnos con Jesucristo.
i)        En efecto, Jesucristo es el único mediador entre Dios y los seres humanos: 1 Tim 2,5; Hebr 8,6; 9,15; 12,24. Sin embargo, Jesús da a sus apóstoles la facultad de curar en su nombre: Mc 6,7.13; 16,17-18. Así lo hacían: realizaban muchos prodigios y señales: Hech 2,43; 5,12; pero insistían en que era Jesús quien curaba: Pedro cura a un tullido, en nombre de Jesús: Hech 3,1-8; sana al paralítico Eneas y resucita a Tabitá: Hech 9,33-41. Su sombra curaba: Hech 5,15-16. El diácono Felipe hace milagros: Hech 8,5-7; lo hace por el poder de Dios, no por dinero: Hech 8,18-24. Pablo también sana a un tullido: Hech 14,8-10. Por este hecho, a él y a Bernabé los consideraban unos dioses y les querían ofrecer un sacrificio, pero Pablo les dice que no, que no son dioses, sino un seres mortales como todos: Hech 14,11-18.
j)        No son los apóstoles y los santos quienes hacen los milagros, pues esos sólo Dios los puede hacer. Pero Dios comparte a quien quiere dones especiales, a sus amigos, que son los santos, para hacer llegar su salvación y sus gracias por medio de ellos. Si invocamos a los santos no es para que ellos nos hagan favores, sino para que rueguen por nosotros al Señor, para que intercedan por nosotros, ya que ellos están más cerca de Dios. Es como cuando queremos hablar con el presidente municipal, o con el gobernador, buscamos quién nos puede recomendar o acompañar en lo que le queremos pedir. Y Dios escucha a la Virgen María y a sus amigos los santos, y por medio de ellos nos atiende. Así consta en la Biblia.
k)      En los Evangelios hay muchos casos de personas que interceden ante Jesús y logran su petición: Una mujer ruega por su hija endemoniada y es curada: Mc 7,24-30. Ruegan a Jesús por un sordo y tartamudo, y lo cura: Mc 7,32-35. Unos ancianos interceden por la salud del siervo del centurión en Cafarnaúm, y Jesús accede a lo que le piden: Lc 7,1-10. Las hermanas de Lázaro abogan por él, y Jesús lo resucita: Jn 11,1-44. Cuando su madre María le hace ver el problema de los novios en las bodas de Caná, Jesús se resiste a hacer algo, pero por la insistencia de su madre, por su intercesión, hizo el milagro de cambiar el agua en vino: Jn 2,1-11.
l)        Invocar a la Virgen María y a los santos, prenderles velas o veladoras, ponerles flores, ofrecerles incienso, arrodillarse ante sus imágenes, hacerles novenas y fiestas, quemar cohetes en su honor, no es adorarlos, sino gozarnos en su gloria y suplicar su intercesión ante Dios. Los santos no hacen milagros, sino que nos ayudan con su intercesión para que Dios los haga, por el poder y en el nombre de Jesús: Jn 14,13; 15,16; 16,23; Rom 10,13. Las imágenes son sólo eso: imágenes, no dioses. Si estuvieran prohibidas todas las imágenes, no se podrían sacar fotos, ni ver televisión, ni tener credencial de elector, ni libros o revistas con fotos, ni billetes o monedas, pues tienen imágenes. Dile, por ejemplo, a quien rechaza las imágenes, que te dé su dinero, pues dice que él no puede tener imágenes, y los billetes y las monedas tienen imágenes grabadas; verás que no te da su dinero.
m)    Hay que tener en cuenta que las imágenes son sólo imágenes de aquellos a quienes nos dirigimos y de quienes representan. Son sólo representaciones visibles, por medio de las cuales nos dirigimos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a los ángeles, a la Virgen María y a los santos. Ellos son seres vivos que están en el cielo, y desde Dios nos ven, nos escuchan y nos atienden; sus imágenes nos acercan más a ellos. Así lo ha enseñado la Iglesia desde siempre:  “El sagrado Concilio manda que las imágenes de Cristo, de la Virgen Madre de Dios y de los santos se conserven principalmente en los templos y se les tribute el debido respeto y veneración, no porque se crea que en ellas resida alguna divinidad o poder, por lo cual deba darse culto, o que a ellas haya que pedirles algo, como hacían antiguamente los paganos, que ponían su esperanza en los ídolos” (Concilio de Trento, 3 de septiembre de 1563). Las imágenes son sólo eso: imágenes. Lo importante es la persona santa a quien representan. Sólo son una ayuda a nuestra condición humana corporal, que tiene necesidad de representaciones visibles; pero si a alguien no le hacen falta para dirigirse a Dios y a los santos, lo puede hacer directamente también sin imágenes. Son sólo eso: una ayuda.
n)      Algunos no católicos también nos critican porque adoramos la cruz. Dicen que la cruz fue el lugar del tormento de Jesús, y venerarla es como darle culto a la pistola con que alguien mató a tu hijo. ¿Por qué nosotros le damos tanta importancia a la cruz, sobre todo con la imagen del crucificado? Porque, en efecto, Jesús cargó una cruz, y en ella lo crucificaron: Jn 19,17-18. Esa cruz es fuente de vida eterna, es la prueba más grande del amor divino; es el principio de nuestra redención: Jn 15,13; 1 Cor 1,18.23; 2,2;  Ef 2,16; Gál 6,14; Col 1,20; 2,14; Fil 2, 6-11; Hebr 12,2. Así como quien veía la serpiente hecha por Moisés en el desierto, quedaba curado y no moría, así es la cruz de Cristo: Num 21,8-9 y Jn 3, 14-15. Jesús nos invita a tomar su cruz y seguirlo: Mt 10,38; 16,24. Por eso, llevamos una cruz al pecho, para recordarnos que queremos y debemos seguir a Jesús, como discípulos y misioneros, aunque nos cueste la cruz.
o)      En resumen: Las imágenes no son dioses, sino representaciones de quienes están muy cerca de Dios. La Iglesia nos dice que es importante arrodillarse ante Jesús, que está vivo y verdadero en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Esto significa que, al llegar y salir del templo donde está el Sagrario, o al pasar frente a él, debemos doblar hasta el suelo la rodilla derecha, en señal de adoración. Sólo ante Dios nos hincamos. No hay que seguir la costumbre de quienes sólo platican con las imágenes y no se acercan a Jesús en la Eucaristía. Reconocemos el sentido de veneración de quienes se arrodillan ante las imágenes, pero debemos iluminar esta devoción con la Palabra de Dios, para no dar a las imágenes más importancia que la que tienen. No son dioses, ni ídolos. Lo más importante es la Misa, en que Jesús se hace presente, vivo y verdadero. El es el sacrificio definitivo que agrada a Dios Padre, que no se puede comparar con ninguna otra ofrenda que podamos ofrecer a Dios. Lo que más llega al corazón de Dios Padre es el sacrificio de su Hijo Jesucristo.

6.      Meditación-Oración:

a)      En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra.
b)      En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado.
c)      En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas.

7.      Compromiso:
Muchos católicos han cambiado de religión porque no conocen a fondo lo que dice la Palabra de Dios sobre las imágenes. Se dejan impresionar por algunos textos, les quedan dudas, no estudian ni conocen bien su religión, y por ella la cambian. Quizá algunos de tu propia familia estén en esa situación. ¿Qué puedes hacer para compartirles lo que hoy hemos reflexionado? ¿Qué puedes hacer para que quienes han cambiado de religión, vuelvan a la Iglesia Católica?

8.      Canto final:
 Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás;
contigo por el camino Santa María va.
Ven con nosotros al caminar, Santa María ven;
ven con nosotros al caminar, Santa María ven.





4. EL BAUTISMO DE LOS NIÑOS




1.      Canto inicial:           
Un solo Señor,
una sola fe,
un solo bautismo,
un solo Dios y Padre.

2.    Oración inicial:   Del Salmo 8: Majestad del Señor y grandeza del ser humano

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!


3.      Introducción:

Es común argumentar contra los católicos diciendo que por qué nosotros bautizamos a los niños, si Jesucristo fue bautizado a los 30 años; que los niños no tienen pecado y que, por tanto, no tienen necesidad de bautismo; que siendo pequeños, no son capaces de expresar su fe en Jesucristo, pues el bautismo es el signo por el que expresamos nuestra decisión de ser sus discípulos. ¿De dónde viene esa costumbre de bautizar a los niños?

4.      Lectura bíblica: Rom 6,1-11
            Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio.

5.      Exposición:

a)      Jesús fue bautizado a los 30 años: Lc 3,21-23; Mt 3,13-17; Mc 1, 7-8; sin embargo, fue circuncidado al octavo día de haber nacido (Lc 2,21), y la circuncisión era el signo de entrar a formar parte del pueblo de Dios, de ser consagrado al Señor. Es una figura de nuestro bautismo, que nos hace entrar al nuevo Pueblo de Dios, que es la Iglesia; por ello, es conveniente bautizar a los niños en los primeros días, tan pronto los papás y padrinos hayan recibido sus pláticas de preparación.
b)      El mismo Juan Bautista dice que el bautismo que él imparte es sólo de preparación para el nuevo bautismo que Jesús trae: Lc 3,15-16; Jn 1,25-34. Por eso, a quienes habían recibido sólo el bautismo de Juan, los tuvieron que bautizar en el nombre de Jesús: Hech 19,1-5.
c)      Jesús ordenó ir por todo el mundo y predicar su Palabra. El que crea y se bautice, se salva; el que no cree, y por tanto tampoco se bautiza, se pierde: Mt 28,19; Mc 16,15-16. Jesús pone, pues, como condición para la salvación la fe en El y el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Y Jesús no dice que se bautice sólo a las personas mayores de edad, sino a todas las gentes.
d)     Afirma que quien no renazca del agua y del Espíritu, no podrá entrar en el Reino de Dios: Jn 3,5. Pone, pues, como condición para entrar al Reino de Dios renacer por el agua y el Espíritu; y eso es lo que hace en nosotros el bautismo. No es tanto un mérito nuestro, ni la salvación es una obra nuestra, sino un renacer por gracia que se nos concede gratuitamente.
e)      Por ello, nosotros procuramos dar a los niños el signo del agua de vida, que es el bautismo, para que tengan vida eterna y entren al Reino de Dios. Aunque son pequeños y no tienen capacidad de una fe personal, son bautizados en la fe de sus padres. Cuando crezcan, tendrán que confirmar esa fe y asumirla personalmente; pero los papás quieren lo mejor para sus hijos, aunque éstos no lo pidan, y lo mejor es que tengan la vida de Dios en Cristo, por el agua del bautismo.
f)       Sin embargo, si mueren sin bautismo, esperamos que Dios los salve, pues ellos no tienen culpa, y Dios quiere que todos se salven: 1 Tim 2,3-4.
g)      En la Biblia encontramos testimonios de familias enteras que se bautizaron, sin excluir a los niños: Lidia, en Filipos, creyó y todos los de su casa se bautizaron: Hech 16,15. Toda la familia del carcelero se bautizó: Hech 16,33. Crispo, de Corinto, jefe de la sinagoga, con toda su casa, creyó y se bautizó: Hech 18,8. Si sólo se debiera bautizar a los jóvenes y adultos, la Biblia lo diría.
h)      Por otra parte, cuando se argumenta que los niños no tienen pecado, nuestra fe nos dice que todos nacemos con el llamado pecado original, que no es pecado personal, sino el que traemos desde que somos concebidos en el seno materno, y del cual debemos quedar limpios, para entrar al Reino de Dios: Rom 5,12-21; Salmo 51 (50),7; 1 Jn 1,8.10.
i)        Lo más importante, sin embargo, no es la edad, sino morir con Cristo al pecado y resucitar con El a una vida nueva (Rom 6,1-11).
j)        Es secundario si se bautiza en un río, o sólo echando agua sobre la cabeza. Jesús no ordena que se deba ir a un río. En los testimonios de Hechos de los Apóstoles sobre familias que fueron bautizadas, no dice que hayan ido a un río; incluso no era necesario, pues era de noche, como en el caso de la familia del carcelero.  La Iglesia Católica permite y aconseja que se pueda hacer el bautismo también por inmersión, o sea, sumergiendo a la persona bajo el agua, sea en un río, sea en una piscina. Esto es secundario; lo importante es la fe, es vivir conforme al Evangelio: ser discípulos y misioneros.

6.      Meditación-Oración:

a)      En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra.
b)      En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado.
c)      En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas.

7.      Compromiso:
Muchos no conocen la profundidad del regalo que Dios Padre, por obra del Espíritu Santo, nos hace en el bautismo, al hacernos participar de la muerte y resurrección de Jesucristo. Tampoco se esfuerzan por vivir santamente como hijos de Dios. Convierten el día del bautismo en fiestas mundanas con borracheras ¿Qué puedes hacer para compartirles lo que hoy hemos reflexionado? ¿Qué puedes hacer para que se vivan más cristianamente las celebraciones y fiestas por el bautismo?

8.      Canto final:
 Juntos cantando la alegría
de vernos unidos en la fe y el amor.
Juntos sintiendo en nuestras vidas
la alegre presencia del Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario