miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capitulo 5 y 6.

5. EL PRIMADO DE PEDRO Y DE SUS SUCESORES




1.      Canto inicial:           
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar

2.    Oración inicial:   Del Salmo 23 (22): El Señor es mi pastor

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu callado me dan seguridad.

Preparas una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa hasta los bordes.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

3.      Introducción:

Uno de los puntos que a los católicos nos ayuda mucho para conservarnos unidos entre nosotros y para ser fieles a lo que Jesús quiso para su Iglesia, es que gozamos del don de la sucesión ininterrumpida de Pedro, a quien Jesús puso como su Vicario, su representante personal en la tierra. Por no aceptar al Papa como legítimo sucesor de Pedro por voluntad explícita de Jesús, las denominaciones protestantes se subdividen más y más, porque cada quien quiere ser cabeza y se sienten con autoridad para explicar la Palabra de Dios. Cada líder que se imagina que el Espíritu Santo le ha iluminado, funda una nueva iglesia. Estas mismas divisiones entre ellos, son señal de que no es el Espíritu quien les ha hablado, pues el Espíritu no puede promover la división. ¿Cómo demostramos que el Papa es legítimo sucesor de Pedro, y por tanto Vicario de Cristo? ¿Por qué los católicos debemos estar en comunión con el Papa, y obedecer sus decisiones?

4.      Lectura bíblica: Jn 21,15-19
            Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio.

5.      Exposición:

a)      Nuestra fe está centrada en Cristo. El es el único Salvador, Redentor y Mediador (1 Tim 2,5). Sin embargo, El quiso dejar a Pedro en su lugar, para que hiciera sus veces y lo representara, como su Vicario en la tierra: Mt 10,2; Lc 22,32; Jn 21,15-17.
b)      Fue voluntad definitiva del mismo Cristo, quien es el fundador de la Iglesia, que Pedro quede en su lugar, no para quitar a Cristo, sino para llevar a todos hacia El. Jesús pone a Pedro en su lugar, como piedra sobre la que quiso y quiere construir su Iglesia (Mt 16,13-19). Esta piedra debe ser permanente y no acabarse cuando Pedro muera, pues la Iglesia debe durar siempre; por ello, los sucesores de Pedro en Roma tienen la misma misión, la misma tares o responsabilidad de confirmar en la fe a los hermanos. El lugar que ocupa el Papa en la Iglesia, es por voluntad del mismo Cristo y esto nadie lo puede cambiar, pues formaría otra iglesia distinta a la de Jesús.
c)      En Hechos y en las Cartas de San Pablo vemos comprobado esto. Pedro es siempre el que ocupa el primer lugar, sobre todo cuando deben tomarse decisiones: Hech 2,14.37-38; 3,11-12; 4,8-12; 5,29-32; 15,7. San Pablo, a pesar de que había recibido la revelación directamente de Jesucristo, sube a Jerusalén para visitar a Pedro y exponer su predicación, para comprobar si no estaba en un error: Gál 1,18; 2,2. El mismo Pablo respeta y obedece a Pedro.
d)     Nosotros también respetamos y obedecemos al Papa, lo consultamos y lo tomamos en cuenta, para que nos confirme en la fe en Jesucristo. El Papa tiene la misión de que todos nos mantengamos en la fe verdadera. Sin el Papa, cada quien inventa su Iglesia, que se hace secta.
e)      ¿Cuántos Papas ha habido? Benedicto XVI es el No. 265. Los primeros diez fueron: Pedro, Lino, Cleto, Clemente, Evaristo, Alejandro, Sixto, Telésforo, Higinio, Pío, Aniceto, Sotero, Eleuterio y Víctor. Los anteriores a Benedicto XVI: Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII…


Desde
Hasta
Nombre como Papa
Nombre propio
Lugar nacimiento
30/33 ?
Shimon ben Yona (Simon bar Jona)
-
-
-
Roma
-
-
Roma
-
Roma
-
Grecia
-
Grecia
-
-
-
-
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6.      Meditación-Oración:

a)      En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué significa el Papa en mi vida como creyente; conozco sus mensajes, su predicación, sus documentos; qué me hace pensar y sentir que Jesús dejó un Vicario en el Papa; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra.
b)      En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado.
c)      En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas.

7.      Compromiso:
Hay muchos documentos recientes del Papa Benedicto XVI, en que nos explica la Palabra de Dios para nuestros tiempos. Por ejemplo, publicó la Exhortación Verbum Domini sobre La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia. Más antes, otras cartas sobre la Eucaristía, la Caridad, la Fe, la Esperanza. Hay muchos otros del Papa Juan Pablo II, que siguen siendo actuales y válidos. ¿Qué puedes hacer para conocer y meditar estos documentos? También puedes hacer oración por el Papa, para que Dios le conceda salud, sabiduría y fortaleza, para que cumpla el servicio que el Espíritu Santo le ha confiado.

8.      Canto final:
A edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia del Señor,
hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame,
a edificar la Iglesia del Señor.




6.  OBISPOS, SACERDOTES Y DIÁCONOS


1.      Canto inicial:           
Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos;
tan sólo quieres que yo te siga.
Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca,
junto a ti, buscaré otro mar.

2.    Oración inicial:  Por las vocaciones

¡Oh Jesús, Pastor eterno de las almas!
Dígnate mirar con ojos de misericordia
esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad;
danos vocaciones:
danos obispos y sacerdotes santos;
danos diáconos y catequistas para tu pueblo;
danos religiosas, religiosos, misioneras y misioneros
para la evangelización integral de los pobres y de los que sufren.
Te lo pedimos por intercesión de Santa María de Guadalupe,
tu dulce y santa Madre.
¡Oh Jesús, danos vocaciones según tu corazón! Así sea.


3.      Introducción:

Muchas personas preguntan que de dónde salieron los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Preguntan si algún Papa los inventó, o si son producto del desarrollo de la Iglesia como una organización social o política, como las que había en aquellos tiempos. O son un reflejo y una copia de la organización de Israel. Algunos se imaginan que son sólo para decir Misas y celebrar sacramentos, y que por tanto no tienen que meterse en otros asuntos, como la promoción de la justicia y de la paz en los pueblos. ¿Cómo demostramos con la Biblia que Jesucristo estableció estos tres órdenes en su Iglesia? ¿Cuál es la misión que les corresponde?

4.      Lectura bíblica: Mc 3,13-19
            Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio.

5.      Exposición:

a)      Nuestra fe está centrada en Cristo. El es el único Salvador, Redentor y Mediador (1 Tim 2,5).
b)      Jesucristo es el sumo y eterno sacerdote, con un sacerdocio distinto al del Antiguo Testamento. Consumó su sacerdocio entregando su vida en sacrificio redentor por todo el mundo, de tal modo que ya no hacen falta sacrificios ni sangre de animales para agradar a Dios: Hebreos capítulos 5, y 7 al 10. Seguir ofreciendo gallinas, borregos u otros animales, es como si la Sangre de Cristo no hubiera sido suficiente para salvarnos. No se puede aplicar a los sacerdotes actuales lo que la Biblia dice sobre los sacerdotes judíos, pues es un sacerdocio totalmente distinto.
c)      Sin embargo, el mismo Jesucristo eligió colaboradores, en primer lugar a los apóstoles, a quienes ordenó hacer lo que él les mandaba e ir por todo el mundo a predicar el Evangelio y hacer el bien a los que sufren, como El lo había hecho: Mt 4,18-22; 10,1-4.40; 28,16-20; Mc 16,14-20; Lc 22,19; Jn 20,22-23; 1 Cor 11,24.
d)     Los apóstoles no podían ir a todo el mundo, porque les era imposible en aquellos tiempos transportarse muy lejos. Además, tarde o temprano tenían que morir. Por ello, vemos que en la Iglesia primitiva, con la inspiración del Espíritu Santo, se fueron eligiendo sucesores de los apóstoles, que son los obispos, y colaboradores de éstos, que son los presbíteros y los diáconos.
e)      San Pablo habla de tres órdenes: obispos, presbíteros y diáconos: 1 Tim 3,1-13; 5,17-22;   Tit 1,5-9; Hech 14,23; 20,17.28.
f)       Los obispos, sacerdotes y diáconos representan a Cristo, que es la cabeza de la Iglesia. Lo hacen presente en la comunidad, sobre todo por la predicación de la Palabra de Dios, por la celebración de los sacramentos, principalmente por la Eucaristía, y por el servicio a los pobres. Sin embargo, no son dueños de la Iglesia, para interpretar la Biblia y celebrar la liturgia como quieran, ni tomar acuerdos sólo según sus propios criterios y sólo siguiendo las costumbres de los pueblos, sino que deben estar en unión con el Papa y con todos los obispos que están unidos al Papa. Si no toman en cuenta ni al Papa ni a los demás obispos, se hacen autónomos, se hacen como una secta.
g)      Debemos ser una Iglesia autóctona, que se encarna en las culturas de los pueblos, pero no una Iglesia autónoma, independiente, que dependa de las normas, consignas o decisiones de una organización.
h)      Como dicen el Concilio Vaticano II (Ad gentes, 6) y el III Sínodo Diocesano (página 15), no puede haber iglesias autóctonas mientras éstas no estén provistas convenientemente de su propia Jerarquía; es decir, mientras no tengan diáconos, sacerdotes y obispos de la propia cultura. Necesitamos muchos más sacerdotes autóctonos, indígenas y mestizos, para no depender sólo del exterior. No bastan los diáconos y los catequistas, pues sólo el sacerdote puede celebrar la Misa, dar el perdón de los pecados, ungir a los enfermos y presidir la comunidad en nombre de Cristo servidor.
i)        Jesucristo nos invita a orar por las vocaciones: Mt 9,37-38. Debemos pedir al Señor que se digne llamar a muchos jóvenes, hombres y mujeres, para que le consagren su vida, y que haya muchos más santos sacerdotes, para el servicio del Pueblo de Dios. Sólo así estará más completa la Iglesia y seremos una Iglesia autóctona.
j)        A pesar de los malos testimonios que algunos sacerdotes u obispos den, hay que mantenerse firmes en la fe y no alejarse de la Iglesia y de Dios. Ellos, como humanos y pecadores, pueden fallar, nos pueden tratar mal, pueden ser infieles a su consagración; pero el cimiento fundamental de nuestra fe, es Cristo. La piedra, la roca sobre la que está edificada nuestra Iglesia, es Cristo, y El no nos falla. Por medio de los sacerdotes y obispos nos acercamos a Dios, pero es Dios quien importa, no tanto las personas. Las personas pasan; Dios permanece para siempre.
k)      Por nuestro bautismo, todos somos importantes en la Iglesia, pues la Iglesia somos todos; pero el lugar del sacerdote es muy específico y no se le puede sustituir. Son muy importantes las religiosas, los religiosos, los catequistas, los servidores y todo el Pueblo de Dios, pero la Iglesia no puede vivir ni crecer, sin sacerdotes.
l)        San Juan María Vianey, santo cura de Ars (Francia) y patrono de los sacerdotes, decía: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina... ¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría... Dios le obedece: pronuncia dos palabras y nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia. Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo".
m)    Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo Cura de Ars, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Decía: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".
n)      A pesar de su importancia, como representantes de Cristo cabeza de la Iglesia, los sacerdotes no pueden actuar solos en una parroquia, sino que deben tener un Consejo Pastoral Parroquial, integrado por fieles laicos, hombres y mujeres, que representen las zonas y áreas de trabajo pastoral de una parroquia, y que ayuden con sus consejos al párroco en la toma de decisiones pastorales. Son sólo consejeros, y su voto es meramente consultivo, como dice el III Sínodo Diocesano, No. 559. El párroco, cuando tenga razones graves, escucha a su Consejo, pero decide según su conciencia y las normas universales de la Iglesia.
o)      ¿Por qué los sacerdotes no se pueden casar? Porque Jesucristo decidió no casarse, no por miedo al matrimonio, ni por desprecio a la mujer, sino para estar totalmente consagrado al Reino de Dios. Por esa misma razón, los sacerdotes deciden no casarse, para parecerse lo más posible a Jesús, para consagrar toda su vida a Dios y al servicio de los demás, para estar libres e ir a predicar y llevar el amor misericordioso de Jesús a cualquier lugar. No es algo contra la naturaleza, ni una imposición legal de la Iglesia, sino una determinación tomada por inspiración del Espíritu Santo. Sin embargo, no cualquier entiende esta decisión, como dice Jesús: Mt 19,10-12. San Pablo, que no se casó, aconseja seguir este ejemplo: 1 Cor 7,25-40.

6.      Meditación-Oración:

a)      En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; cuál es mi actitud ante nuestro obispo, ante nuestro párroco, ante los sacerdotes y los diáconos; cómo debo ser ante ellos; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra.
b)      En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado.
c)      En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas.

7.      Compromiso:
¿Qué puedes hacer para estar más cerca de tu obispo, de tu párroco, de los sacerdotes y de los diáconos, y para apreciar y valorar más su servicio en la Iglesia? ¿Qué dice Jesús que debes hacer cuando alguien de ellos falle y se le deba corregir? Lee Mt 18,15-17. ¿Cómo puedes promover más las vocaciones sacerdotales en tu familia y en tu comunidad? Procura oración por los obispos, sacerdotes y diáconos, para que el Señor les conceda salud, sabiduría, fortaleza, amor, entrega a su ministerio, santidad, y así vivan dignamente el servicio que el Espíritu Santo les ha confiado.

8.      Canto final:
Tú me llamas, Señor, y me quieres mandar
a llevar tu Palabra por tierra y por mar.
Pero yo no podré anunciar tu verdad,
porque soy como un niño, que no sabe hablar.


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